Tanto el cemento como el hormigón son muy importantes para la construcción de estructuras tal como la conocemos hoy en día, pero surge una duda muy importante: ¿Son lo mismo? No, no lo son.
La principal diferencia entre el cemento y el hormigón es que el primero es un material utilizado para la fabricación del hormigón, llamado también concreto en algunos países de habla hispana.
El cemento está fabricado con distintos elementos como arcilla, caliza y hierro, entre otros. En cambio, el hormigón está compuesto por agua y cemento, además de otros agregados como piedra triturada, roca y arena. Estos elementos agregados suelen ser de diferentes tamaños: medio y grande para que resulte en un producto final adecuado para el uso correcto del hormigón. Además, cabe destacar estos agregados son piedras y rocas sin arcilla, ya que este material absorbería mucha más agua en la mezcla final, provocando un resultado indeseado.
En la fabricación del hormigón es muy importante la proporción de agua que se añade al cemento. Por ejemplo, si agregamos poca agua será difícil unir los elementos que componen la mezcla, así como también si agregamos mucha agua, al trabajar con él, se debilita el producto final.
De la misma manera, es importante también respetar las proporciones de los agregados y cemento. Por ejemplo, si los componentes agregados (piedra, roca y arena) son de tamaño grande, la mezcla precisará de menor cantidad de agua y el producto final será mucho más fuerte. Algo a destacar es que el hormigón suele ser más barato al estar formado de más cantidad de agregados que de cemento, puesto que lo más caro en una mezcla es el cemento y, con mayor cantidad de agregados, menor será la proporción de cemento utilizada para el producto final.
