Desde que su aparición, la soldadura fue uno de los procesos que más se han utilizado durante todo el siglo pasado. Fue por esta razón que la industria metalúrgica decidió implementar medidas de seguridad más severas para proteger a quienes realizaran estas tareas que involucran un constante contacto con temperaturas muy altas y chispas que se desprenden del mismo proceso.
Historia de las máscaras para soldar
La cara de los soldadores es, sin dudas, la parte más expuesta al peligro; especialmente los ojos que podrían verse afectados de manera permanente. Fue por esto que debieron crearse estas máscaras que sirven para proteger todo el rostro, las orejas y el cuello.
Durante años, las máscaras de soldar fueron modificándose hasta que en la década de 1960 se dio un salto, gracias a la aparición del plástico, al inventarse las máscaras de soldar termoformadas e inyectadas. Luego de esto, el avance en diseño siguió buscando materiales cada vez más livianos y resistentes para perfeccionarlas y permitirles a los trabajadores que pudieran maniobrar sin problemas de visión y además se protegieran la cabeza completa sin demasiado peso.
Características de las máscaras para soldar
Las máscaras comunes tienen una protección ocular de vidrio sombreado para evitar que el brillo de la soldadura lastime los ojos del soldador. Estas máscaras suelen ser las más económicas y también las más elegidas, aunque presentan varias desventajas. Por ejemplo, disminuyen la visibilidad y la comodidad, puesto que el sudor suele condensarse en el visor, empañándolo.
Para evitar lo antes mencionado, deben quitársela varias veces, lo cual, además de ser incómodo, provoca más cansancio y demoras, así como también un aumento de la inseguridad para el operador. Esto hace que no puedan usarse en espacios reducidos y tampoco por soldadores inexpertos, ya que que pueden existir accidentes.
Para evitar estos inconvenientes, se han hecho numerosos intentos para mejorar la tecnología y así brindar mayor seguridad y confort a los operarios. Por ejemplo, se implementaron visores que se oscurecen automáticamente o con sombra regulable por el soldador.
Estos avances se dieron especialmente desde los 80, cuando hizo aparecieron los cristales LCD líquidos. La principal característica de estos cristales es que son fotosensibles, es decir, que se oscurecen o aclaran dependiendo de la luz que reciban.
¿Cómo funcionan las máscaras para soldar fotosensibles?
Estas máscaras poseen un control electrónico que modula el tono y la capacidad de protección ocular del usuario: cuando se detecta la luz del arco de soldadura, los cristales LCD reciben una carga eléctrica directa; estos cristales están protegidos por dos vidrios que forman el visor y al recibir la carga se reorientan para oscurecerse y proteger la vista del operador. Al apagarse el arco, el control vuelve a iluminar normalmente la pantalla, por lo cual es altamente seguro. Cabe mencionar que hoy en día es posible encontrar modelos que funcionen a batería o con energía solar y pueden durar 2000 a 3000 horas.
Características de las máscaras de soldadura fotosensibles
Uno de los mayores atractivos de las nuevas máscaras de soldar es su peso sumamente liviano, que oscila entre los 500 y 600 gramos, lo cual ayuda a reducir el cansancio y el dolor muscular de los trabajadores. Además se incrementó el rango de visión, por lo que se puede abarcar un mayor campo y así evitar riesgos.
¿Cómo seleccionar la mejor máscara?
Para elegir máscaras hay que tener en cuenta varios factores, además del económico. El primero de ellos son los materiales, hay que prestar atención a que sean de calidad; la marca y la garantía de uso pueden ser determinantes en este aspecto.
También es importante observar el tamaño del visor y de la pieza en sí, o si es regulable para que pueda adaptarse cómodamente a cualquier tipo de cabeza. En sintonía, el arnés no debe ser molesto ni lastimar al tiempo que sujetarse firme para evitar daños. Otros aspectos importantes son la batería, el tipo de protección, el tiempo de uso y el grado de seguridad.
